El ‘Ragnarök’ de Bankia | Fieldfisher
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El ‘Ragnarök’ de Bankia

El següent article està escrit en castellà: Ragnarök, que, según la mitología nórdica, significa literalmente “destino de los Dioses”, es la batalla del fin del mundo, el destino al cual no pueden escapar ni hombres ni dioses, batalla que significa el fin y a su vez renovación del mundo. El següent article està escrit en castellà: Ragnarök, que, según la mitología nórdica, significa literalmente “destino de los Dioses”, es la batalla del fin del mundo, el destino al cual no pueden escapar ni hombres ni dioses, batalla que significa el fin y a su vez renovación del mundo. Ayer se conoció el auto del juez Andreu que abre la fase intermedia por la salida a Bolsa de Bankia. Muchos serán los efectos que tiene esta resolución y algunos probablemente no podremos valorarlos hasta dentro de meses o años. El más evidente es que se abre un plazo de que las acusaciones particulares –entre las que me encuentro– presenten sus escritos de acusación y de ahí su traslado a las defensas y el señalamiento de fechas para el macro-juicio, al que se sucederá –en mi modesta opinión– una más que probable sentencia condenatoria. Sobre este último extremo, no querría perturbar el muy respetable derecho a la presunción de inocencia de los imputados, pero lo cierto es que la instrucción de la causa –y baste como muestra la lectura del encomiable auto del juez Andreu– revela una maquinación continuada para ocultar la verdadera situación contable del grupo BFABankia. Maquinación que se inicia en la creación de la SIP (y la utilización de tecnicismos contables como la combinación de negocios para generar unas reservas y efectuar ajustes contables injustificados), hasta la creación de operaciones fraudulentas como la de disfrazar un préstamo de 1.200 millones en BISA como si fuera capital. Por si ello fuera poco los gestores de Bankia ocultaron premeditadamente que a 31 de diciembre de 2010 la SIP estaba en pérdidas por el coste de 1000 millones de reestructuración de la plantilla (que se disfrazó levantando provisiones por insolvencias). Y la guinda del fraude contable es la inclusión en el folleto de unas provisiones genéricas por 6.913 millones (si, si, seis mil novecientos trece millones) que en realidad no existían, a lo que se une la grosera ocultación de los valores reales tanto de sociedades participadas (entre las que figura Banco de Valencia que debería haber reflejado perdidas ya en 2010) como de activos inmobiliarios y créditos dudosos. Habrá que ver si producirá también el efecto –por otro lado, deseable– de acabar con un modelo de gestión que mezcla los intereses políticos y privados y corrompe los criterios de una diligente gestión en beneficio de intereses espurios. Pues no hay que olvidar que una parte de las causas del colapso del sistema financiero español se encuentra en unos esquemas de gobernanza de las cajas de ahorros inadecuados y la dilapidación de gran parte de su patrimonio en obras megalíticas de los partidos políticos con mando en plaza, cuando no en las corruptelas personales de sus gestores. El caso Bankia es el mejor ejemplo de como no debe afrontarse una crisis financiera. Mientras en los países de nuestro entorno se expulsó a los gestores y los gobiernos intervinieron las entidades, aquí con la complicidad de los interventores se impuso la dinámica de ocultar las pérdidas, obtener liquidez de los inversores minoristas a través de participaciones preferentes y otros instrumentos inadecuados (engañándolos sobre la solvencia de las entidades) y hacer la vista gorda con las enormes prebendas y “retribuciones encubiertas” de los gestores. Pero por último no hay que olvidar otros efectos inmediatos. Por ejemplo, a la vista de las 250 páginas de maquinaciones contables que contiene el Auto del juez Andreu, ¿alguien duda de qué postura adoptará el Tribunal Supremo ante las reclamaciones civiles de los inversores institucionales por la falsedad del folleto de Bankia? La batalla de Odin en el destino de los dioses debería dar lugar a un nuevo mundo. Ojalá una sentencia ejemplar (seguida de un serio varapalo en los arbitrajes de las renovables y otros disparates jurídicos que bien merecerían un artículo por si solos) pueda significar también no solo la recuperación de parte del crédito del Reino de España como destino de inversiones internacionales, sino un cambio de paradigma en la gestión del sector financiero y de lo público en general. En todo caso el aviso a navegantes ya está en curso, y también el recurso contra la no imputación de los responsables del banco de España y la CNMV. Tomen nota.